La meditación no tiene por qué ser algo complicado o reservado para momentos
específicos del día. Puedes incorporarla a tu vida diaria de manera informal y disfrutar de
sus beneficios sin necesidad de una rutina estricta. En este blog te comparto una guía
sencilla para empezar.
1. Define un momento del día
No necesitas un cojín especial ni una hora fija. La meditación informal puede ocurrir
mientras haces actividades cotidianas como caminar, comer, o incluso lavar los platos.
Escoge un momento en el que te sientas cómodo y puedas prestar atención plena.
2. Practica la atención plena
La atención plena consiste en estar presente en lo que estás haciendo sin juzgar ni
distraerte. Por ejemplo:
Mientras caminas: Fíjate en cómo tus pies tocan el suelo, cómo se siente el aire en tu
rostro o los sonidos a tu alrededor.
Mientras comes: Saborea cada bocado, presta atención a los sabores, las texturas y cómo
reacciona tu cuerpo.
3. Empieza con pequeños pasos
No te presiones para meditar durante largos períodos. Dedica 1-2 minutos al principio. Por
ejemplo, antes de tomar tu café de la mañana, cierra los ojos por unos segundos y enfoca
tu atención en cómo sostienes la taza y el aroma que emana.
4. Acepta las distracciones
Es normal que tu mente divague. En lugar de frustrarte, simplemente reconoce que te
distrajiste y vuelve a concentrarte en el momento presente. Este ejercicio fortalece tu
capacidad de enfocarte con el tiempo.
No existe una forma perfecta de meditar. La práctica informal es flexible, y el objetivo es
crear momentos de conexión contigo mismo en el día a día, empieza a intentarlo por hoy y se amable contigo mismo si no lo logras, siempre puedes intentarlo al siguiente día y observar una diferencia.
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