En el momento en el que se crearon las redes sociales, su intención más simple era unir a las personas a través del mundo, poder conectarse desde donde sea y compartir lo que se está haciendo. Sin embargo, el algoritmo ha perpetuado la segmentación del mundo, ya que cada individuo ve algo diferente en su teléfono, pensando que así es el mundo en el que se vive, sin poder distinguir las diferencias de perspectivas que hay.
Lo difícil de este tema, es que se piensa que todo el mundo ve lo mismo, desarrollando de esta manera una perspectiva muy individualizada y cerrada de la sociedad en la que vivimos.
Lo más relevante de mencionar en el presente artículo es sin duda, lo que pasa en el cerebro al estar constantemente utilizando las redes sociales, para que de esta manera, el lector pueda decidir usarlas pero con precaución y sabiendo lo que le está pasando, para así poder partir desde el conocimiento y no ser simplemente parte del problema.
Al encontrarte mucho tiempo en pantalla, se pierde la capacidad de liberar oxitocina, la cual es la hormona del amor, ya que la red social ocasiona constantes liberaciones de dopamina en el cerebro, la cual es la hormona que te motiva a actuar. La red social actúa como una dopamina social porque sientes que la interacción que estás teniendo con alguien más de la red te está acercando a esa persona, cuando en realidad te está alejando del amor real.
El verdadero problema viene de que al pasar esto, las personas se vuelven mucho más sensibles a las críticas, se ensimisman y piensan que todo tiene que ver con la importancia que tienen hacia el mundo, ignorando completamente las diferencias que existen en cada individuo, y comparándose constantemente.
“El caos de la salud mental actual viene de la insensibilidad a los errores” (Dum, 2021). Al existir dos mundos paralelos, uno que es el real y otro el digital, se crea una “hiperrealidad”, con representaciones de momentos de la vida de alguien más, las cuales se humanizan, sin procesar que son sólo segundos y no la vida en sí. Esto hace que las personas tengan una necesidad grande de juzgar que viene desde la inferioridad y de la no tolerancia a los errores.
Sin duda, las redes sociales hackean las emociones, porque al pasar tiempo interactuando piensas que estás conectando, pero sintiéndote irrelevante al mismo tiempo porque nunca se termina de dar esa conexión.
La red social vende a costa de la salud mental, de la relación humana y del tiempo, que es lo más preciado que tenemos como seres. Es por esto, que es importante tomar en cuenta todos estos puntos, y usar las redes con responsabilidad, siempre intentando sumar a la sociedad y con consciencia de que ese no es el mundo real, y de estar presentes en el que sí existe.
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