Por: Psic. Ana Jimena de los Cobos
1. Ubica su etapa de desarrollo:
Al ser adultos, podemos comparar al niño y no saber exactamente qué se esperar a su edad en cuanto a motricidad, lenguaje, socialización, límites, etc. Por eso es importante que ubiques la etapa y edad de tu hijo para investigar los hitos evolutivos y conocer si está o no en lo sano.
Puedes platicar con otros adultos que tengan niños o incluso con su maestra para empezar a distinguir si hay algo que valga la pena atender.
Alguna anomalía que pudieras notar serían problemas en su alimentación, rabietas más frecuentes, retraso en el lenguaje o falta de habla, problemas escolares en conducta o calificaciones, pesadillas frecuentes, agresividad constante, ansiedad de separación, dificultad para consolidar el control de esfínteres, conducta hipersexualizada, miedos que ya no le permiten hacer ciertas actividades o bien regresiones, esto se trata de cuando dejar de hacer habilidades que ya habían adquirido.
Estas pueden ser algunas ideas, mientras tu hijo está pequeño, es “normal” presentarlas en algún momento de la infancia, te invito a analizar posibles causas, duración, frecuencia y malestar para él mismo y el entorno y con ello llevarlo con un especialista.
2. Lee del tema o infórmate:
Estamos en la era de la información, puedes buscar información sobre el desarrollo sano de tu hijo y educación para padres en internet, lo que te recomiendo es verificar que sean plataformas formales y confiables o bien leer un libro.
3. Ubica los acontecimiento de cambio y crisis:
Los cambios son inevitables e incluso pueden traer muchos aprendizajes, pero hay cambios que pueden conllevar crisis e incluso trauma si no se acompañan de la mejor manera, por ejemplo, una separación de papás, el nacimiento de un nuevo hermano, una mudanza, cambio de escuela, un duelo, entre otros. Si percibes que alguno de estos eventos detona en tu hijo un cambio de conducta disfuncional, que no sabes cómo acompañar, puedes acudir con un especialista.
4. Considera apoyo psicológico para ti:
A veces nuestros hijos son la puerta para empezar a trabajar en nosotros. Como psicólogos damos acompañamiento a los padres en función del tema de su hijo, pero también puede ser un buen momento para reconocer si la ayuda psicológica pudiera ser para ti, para trabajar algo de tu historia de vida que no te permite avanzar a nivel familiar o te estanca familiarmente, y que al hacerlo aportes de manera directa al ambiente familiar y con ello la salud mental de tus hijos.
5. Si es mayor de edad:
Lo que te he compartido ha sido pensando en que tu hijo es niño o adolescente y tú eres quien considera pertinente la ayuda psicológica. Mientras más vaya creciendo es válido que puedas estar preocupada por él o ella, si es mayor de edad te invito a que le platiques, con amor y privacidad, lo que tú ves que pudiera estar afectando algún área de su vida.
La psicología ha avanzado tanto y existen diversos especialistas en el área infantil, adolescente, de pareja o adultos. Busca al psicólogo con el que te sientas más cómodo, les brinde confianza y que además esté preparado.
Para cerrar, quiero felicitarte por plantearte esta pregunta como papá, mamá o cuidador, ya que hay muchos que, aun por temas culturales o estereotipos, les cuesta pedir ayuda. Recuerda que la salud mental de tu hijo no te define, pero puedes hacer mucho él y mientras más pronto mejor.
¡Estamos para ti!
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